lunes, 22 de julio de 2019

Libros, fragmentos (1)

Fragmento del libro La opción Bnedictina, una estrategia para los cristianos en una sociedad postcristiana, (2017, Ed. Encuentro) del escritor y periodista norteamericano Rod Dreher:

En tras la virtud, el filósofo Alasdair MacIntyre comparó el momento cultural que atravesamos con la caída del Imperio romano de Occidente apoyándose en que Occidente ha abandonado la razón y la tradición de las virtudes al entregarse al relativismo que inunda el mundo de hoy. Ya no nos regimos ni por la razón, ni por la fe, ni por una combinación de ambas, sino por lo que MacIntyre llama "emotivismo", la idea de que las expresiones morales no son más que expresiones de lo que el individuo "siente" que es correcto al tomar una decisión.

De ese modo, vivir "tras la virtud" no significa sólo habitar en una sociedad llena de discrepancias a la hora de considerar virtuosa tal creencia o conducta, sino en una que además cuestiona que la virtud exista. En la sociedad de la posvirtud, los individuos están dotados del mayor grado de libertad, pensamiento y acción, y la sociedad se convierte en "una colección de desconocidos que persiguen su interés bajo un mínimo de limitaciones". Para llegar a una sociedad así, se precisa:

  • Abandonar los estándares morales objetivos.
  • Negarse a aceptar cualquier discurso que percibamos como exigente en el plano religioso o cultural, salvo que lo elijamos nosotros mismos.
  • Tachar el pasado como algo irrelevante, repudiar la memoria.
  • Distanciarse de la comunidad y de cualquier obligación social que no hayamos elegido voluntariamente.

Esta mentalidad bordea aquello que conocemos como el estado de barbarie, en tanto y cuanto los bárbaros asolaron y destruyeron las instituciones y estructuras de la civilización por el simple hecho de que podían hacerlo. Nuestro Occidente moderno se rige por el mismo rasero, a pesar de nuestra riqueza y sofisticación tecnológica. Nuestros científicos, nuestros jueces, nuestros príncipes, nuestros eruditos y nuestros escribas no cejan en su empeño de demoler la fe, la familia, el género y todo lo que significa ser humano. Los bárbaros de hoy en día ya no se cubren con pieles ni portan lanzas: llevan trajes de firma y usan smartphones.

4 comentarios:

  1. Que triste realidad la que describes y que comparto totalmente. Lo peor que nos está ocurriendo es esa falta de conciencia que se tiene y es porque no se la ha formado y entonces cae en una total amoralidad a tal grado que todo sirve y nada es malo ( no digo pecado porque esa palabra no está en el vocabulario de la mayoría de las personas) se cree y se actúa a la "carta" ( se hace y se cree en lo que gusta y no tenga ningún tipo de compromiso)y encima piensan que son buenas personas porque no matan...demasiado triste esta situación que va a terminar con todos los valores establecidos y que son los que hacen una Sociedad más justa y buena.Saludos

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    1. Es un libro muy aconsejable, de las lecturas que cuentan las verdades del barquero, muy edificante. Esa realidad es como una niebla espesa que cubre la sociedad en su conjunto pero, de tan persistente en el tiempo que es, la gente nada y respira en ella sin darse cuenta. Es como la música de las esferas de los clásicos (pero en siniestro), decían ellos que estaba sonando constantemente y a pesar de ello no la escuchaban porque sonaba desde el nacimiento de la persona, siempre, machaconamente y sin pausa. Formaba parte de su normalidad hasta tal punto que es como si no estuviera. Pasa lo mismo con la actitud que mencionas, Charo, la indiferencia ha calado hasta extremos animalizantes. Es el culto al yo, a las tripas, al porque me da la gana, el porque así lo siento. Así el compromiso es imposible y cualquier faceta de la vida que lo exija se rechaza como esclavizante. Es muy triste contemplar a esos nuevos bárbaros que se han quedado en su lejana adolescencia y encima se jactan de ello, un espectáculo muy triste. Saludos cordiales

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  2. Muy bien explicado. Un beso

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    1. Te recomiendo la lectura del libro. Saludos cordiales.

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