Tiempo Ordinario. Vivamos la Gracia y apliquémonos en las Virtudes.

Nos hallamos en la primera tanda del Tiempo Ordinario que se extiende desde después de la Epifanía y el bautismo del Señor hasta el comienzo de la Cuaresma. En este tiempo, como sucederá desde Pentecostés hasta el Adviento, vemos a Cristo cumpliendo la Voluntad de Su Padre Dios en el día a día; en los pueblos, ciudades y caminos que pisaron sus santos pies. Entre el pesebre y la Cruz se extiende la Santa y Bendita cotidianidad, la prédica del Reino de Dios y la Verdad eterna de Su Palabra hecha hombre: "Yo soy el camino, y la Verdad, y la Vida. Nadie va al Padre sino es por mi".

Como cristianos maduros en la Fe, convirtamos nuestro tiempo ordinario en una continua acción de gracias al Señor. Allá donde se halle cada cual, en nuestra vida y ocupaciones cotidianas; en el matrimonio y la familia, en la vida espiritual, en la vida profesional, en el trabajo o en el estudio, en todo lugar y en todo tiempo: demos gracias a Nuestro Señor Jesucristo por habernos hecho hijos de Dios, y si acaso se cierne alguna sombra en nuestros caminos, carguemos con nuestra cruz y encendamos la luz de la Fe, la Esperanza y la Caridad. El tiempo ordinario es el camino que nos lleva, día a día, hacia el Sagrado Corazón de Jesús por el Inmaculado Corazón de María. ¡Buen camino!