¡Feliz y Santa Navidad!

 

Isaías: 52, 7-10 

7. ¡Qué hermosos son sobre los montes los pies del mensajero que anuncia la paz, que trae buenas nuevas, que anuncia salvación, que dice a Sión: «Ya reina tu Dios!» 8. ¡Una voz! Tus vigías alzan la voz, a una dan gritos de júbilo, porque con sus propios ojos ven el retorno de Yahveh a Sión. 9. Prorrumpid a una en gritos de júbilo, soledades de Jerusalén, porque ha consolado Yahveh a su pueblo, ha rescatado a Jerusalén. 10. Ha desnudado Yahveh su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y han visto todos los cabos de la tierra la salvación de nuestro Dios.

Evangelio según San Juan: 1, 1-18

1. En el principio existía la Palabra y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. 2. Ella estaba en el principio con Dios. 3. Todo se hizo por ella y sin ella no se hizo nada de cuanto existe. 4. En ella estaba la vida y la vida era la luz de los hombres, 5. y la luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la vencieron. 6. Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan.  7. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. 8. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz. 9. La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. 10. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. 11. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. 12. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; 13. la cual no nació de sangre, ni de deseo de hombre, sino que nació de Dios. 14. Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. 15. Juan da testimonio de él y clama: «Este era del que yo dije: El que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo.»16. Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia. 17. Porque la Ley fue dada por medio de Moisés; la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo. 18. A Dios nadie le ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, él lo ha contado.

La Navidad, la Encarnación de Dios en el espacio y en el tiempo; en la carne y de la carne de la
Santísima Virgen María, que es así Hija y Madre de Dios al mismo tiempo, Arca de la Nueva y eterna alianza. Y Madre nuestra por Jesucristo Nuestro Señor, Dios y Hombre verdadero. 

La Navidad, luz de nuestros pies y candil de nuestro camino en el peregrinar por este mundo que pasa, es el cumplimiento de la Promesa hecha por Dios a los hombres; el punto cero de la historia y el arranque de los tiempos que han de conducir a la segunda y definitiva venida de Cristo. Por Navidad, la paradoja de la humanidad caída se renueva cada año, pues de entre los hombres caídos se elevan, cada Navidad, los aullidos de los irredentos en sus tristes y grises liturgias quejumbrosas; los lamentos de quienes extirparon a Dios de sus vidas y que año tras año exponen sus amarguras lacrimógenas por la miseria que asola este mundo que ha negado a Dios. Paradoja que se renueva cada Navidad, pues estos hombres vacíos y vencidos han querido matar a Dios y a la vez lloran los frutos amargos que provoca Su ausencia en las sociedades que ellos han contribuido a crear; hormigueros sin alma por los que claman y a los que llaman progreso. Hormigueros sin alma a los que a su vez maldicen porque, aunque en su ceguera lo ignoran, el hombre sin Dios es una rama seca y muerta que sólo produce muerte y desolación. 

Sólo una humanidad en Cristo y guiada en su acción por los mandamientos de Dios puede abandonar la miseria y las injusticias causadas por la negación y abandono de Su Ley; preceptos cuya observancia siempre cosecha amor y justicia. Sólo Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida.

¡Vayamos a Belén a adorar a Jesucristo, Dios entre nosotros! ¡Vayamos a Belén a adorar a la Sagrada Familia! ¡Feliz y Santa Navidad!

¡Feliz y Santa Navidad!