sábado, 31 de diciembre de 2022

Requiescant in pace, Benedicto XVI


Hoy, día 31 de diciembre de 2022, por la mañana, en el último día del año, Benedicto XVI (Joseph Aloisius Ratzinger), el 256º Papa de la Iglesia católica, ha marchado a la Casa del Padre. Tengo la honda impresión de que 2023 abre las puertas a la entrada en escena de una sombra siniestra. 

Ahora, si Dios Padre así lo dispone, Benedicto XVI seguirá sosteniendo a la Iglesia, a la que entregó su vida hasta el último momento, desde el Cielo. Es enorme la gratitud que le debemos todos los católicos a Benedicto XVI por su clara doctrina y su gran aporte teológico (a mi entender, a la altura de los Padres de la Iglesia), pues supo iluminar a la Iglesia en el momento más oscuro de su historia. Y así, paladín de la sana Doctrina de Jesucristo y lucidísimo puente entre Fe y Razón, Benedicto ha sido odiado por los modernistas que, desde dentro de la Iglesia, pretenden diluir a Cristo y Su Evangelio en el espíritu de un mundo alejado de Dios. La Iglesia cuenta desde ahora, si Dios quiere, con otro gran intercesor por las intenciones de la Iglesia peregrina.


Addenda: La Santa Sede ha publicado el testamento que fue redactado por el Papa emérito Benedicto XVI el 29 de agosto de 2006:

Benedicto PP XVI

"Si en esta hora tardía de mi vida miro hacia atrás, hacia las décadas que he vivido, veo en primer lugar cuántas razones tengo para dar gracias. Ante todo, doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me ha dado la vida y me ha guiado en diversos momentos de confusión; siempre me ha levantado cuando empezaba a resbalar y siempre me ha devuelto la luz de su semblante. En retrospectiva, veo y comprendo que incluso los tramos oscuros y agotadores de este camino fueron para mi salvación y que fue en ellos donde Él me guió bien.

Doy las gracias a mis padres, que me dieron la vida en una época difícil y que, a costa de grandes sacrificios, con su amor prepararon para mí un magnífico hogar que, como una luz clara, ilumina todos mis días hasta el día de hoy. La clara fe de mi padre nos enseñó a nosotros los hijos a creer, y como señal siempre se ha mantenido firme en medio de todos mis logros científicos; la profunda devoción y la gran bondad de mi madre son un legado que nunca podré agradecerle lo suficiente. Mi hermana me ha asistido durante décadas desinteresadamente y con afectuoso cuidado; mi hermano, con la claridad de su juicio, su vigorosa resolución y la serenidad de su corazón, me ha allanado siempre el camino; sin su constante precederme y acompañarme, no habría podido encontrar la senda correcta.

De corazón doy gracias a Dios por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado; por los colaboradores en todas las etapas de mi camino; por los profesores y alumnos que me ha dado. Con gratitud los encomiendo todos a Su bondad. Y quiero dar gracias al Señor por mi hermosa patria en los Prealpes bávaros, en la que siempre he visto brillar el esplendor del Creador mismo. Doy las gracias al pueblo de mi patria porque en él he experimentado una y otra vez la belleza de la fe. Rezo para que nuestra tierra siga siendo una tierra de fe y les ruego, queridos compatriotas: no se dejen apartar de la fe. Y, por último, doy gracias a Dios por toda la belleza que he podido experimentar en todas las etapas de mi viaje, pero especialmente en Roma y en Italia, que se ha convertido en mi segunda patria.

A todos aquellos a los que he agraviado de alguna manera, les pido perdón de todo corazón.

Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia han sido confiados a mi servicio: ¡Manténganse firmes en la fe! ¡No se dejen confundir! A menudo parece como si la ciencia -las ciencias naturales, por un lado, y la investigación histórica (especialmente la exégesis de la Sagrada Escritura), por otro- fuera capaz de ofrecer resultados irrefutables en desacuerdo con la fe católica. He vivido las transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he visto cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido, demostrando no ser ciencia, sino interpretaciones filosóficas que sólo parecen ser competencia de la ciencia. Desde hace sesenta años, acompaño el camino de la teología, especialmente de las ciencias bíblicas, y con la sucesión de las diferentes generaciones, he visto derrumbarse tesis que parecían inamovibles y resultar meras hipótesis: la generación liberal (Harnack, Jülicher, etc.), la generación existencialista (Bultmann, etc.), la generación marxista. He visto y veo cómo de la confusión de hipótesis ha surgido y vuelve a surgir lo razonable de la fe. Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus insuficiencias, es verdaderamente su cuerpo.

Por último, pido humildemente: recen por mí, para que el Señor, a pesar de todos mis pecados y defectos, me reciba en la morada eterna. A todos los que me han sido confiados, van mis oraciones de todo corazón, día a día."

Y estas fueron sus palabras, en alemán, antes de morir:

“Jesus, ich liebe dich” que significa “Jesús, te amo” 


“No os guardéis a Cristo para vosotros mismos.
Comunicad a los demás la alegría de vuestra fe”

"Se va constituyendo una dictadura del relativismo 
que no reconoce nada como definitivo y que deja sólo como medida última
 al propio yo y sus apetencias"

"Cuando la política pretende hacer la obra de Dios, 
pasa a ser, no divina, sino demoníaca"

“El aborto, en consecuencia, no puede ser un derecho humano, 
es totalmente opuesto. Es una gran herida en la sociedad”

“Los católicos deben estar atentos y vigilantes, 
porque existen fuerzas y grupos que quieren destruir la fe.”

(Benedicto XVI)

Requiem aeternam dona eis Domine.

Et lux perpetua luceat eis.

Requiescant in pace.

4 comentarios:

  1. Para mí hemos perdido al único Papa. Descanse en paz. Un beso

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    1. Me liga una profunda deuda de gratitud con el Papa Benedicto XVI, como también con el Papa San juan Pablo II. Dicho eso, no puedo estar de acuerdo con lo que dices: el mismo Benedicto XVI dijo con claridad meridiana que Francisco era Papa, otra cosa es qué está haciendo Francisco como Papa. No debemos mezclar las cosas.
      Saludos cordiales.

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  2. Era tanta mi admiración por San Juan pablo II y sentí tanto su partida que a Benedicto XVI no le di la importancia que merecía hasta que renunció al papado y entonces me di cuenta de lo grande que fue cómo Papa, ahora lo lamento mucho y estoy convencida de que nos guiará desde el cielo junto a Juan Pablo II.Saludos

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    1. Es que Juan Pablo II nos marcó mucho, y me incluyo :)
      Cuando fue elegido Benedicto XVI para llevar la barca de Pedro, fui consciente del cambio: venía un hombre de Dios de carácter muy distinto a Juan Pablo II, pero fiel guardián de la sana doctrina y un hombre de mucha oración y de una profundidad teológica impresionante. Un gran Papa, un gran Papa. Renunció, y no lo entendí. Entonces, aunque desde la perspectiva de un católico de a pie sin información detallada sobre lo que se cuece tras las bambalinas en el Vaticano, me llevé una sorpresa desagradable tras los primeros compases del nuevo Papa, Francisco, sorpresa que se a tornado en tristeza con el pasar de los años pues, a la vista está, la barca de Pedro anda desorientada y haciendo peligrosas concesiones a un mundo que no conoce a Dios ni quiere conocerlo. Veremos el siguiente Papa, pidámosle a el Espíritu Santo que enderece la barca, a no ser que sea ya Su Voluntad que haya llegado el momento de la Pasión de la Iglesia y su prueba definitiva.
      Saludos cordiales.

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