Adicciones virtuales y cómo ponerles freno cuando empiezan.

Estoy empezando a notar que el blog me absorbe demasiado y no era esa la idea cuando lo abrí y, más tarde, empecé a publicar en él. En conversaciones con familiares y amigos siempre ha salido, de forma más  menos recurrente, el problema de las dependencias virtuales a las distintas redes sociales que proliferan en la actualidad, las cuales sin amago de ir a menos, van a más.

Antes de abrir el blog, y comentando con mis hijos y también con mis alumnos, solía relacionar esta ciber-dependencia con la etapa adolescente, pues bien, tras unos cuantos meses en activo soy yo, ya cincuentón, quien se percibe como "ligeramente enganchado" a la dinámica virtual. No quiero eso. Me sorprendo a mi mismo con cierta ansiedad por publicar opiniones sobre aquellas cosas que me inquietan, lo cual no es malo siempre y cuando no se esté pendiente de qué se publica o deja de publicar hoy, o mañana, o pasado.

No, no era esa mi idea al abrir un blog. Porque tal empeño resta tiempo para estar plenamente con los tuyos, ocupa un inusual espacio en tus quehaceres cotidianos cuando a menudo son salpicados, con más frecuencia de la esperada, por la "necesidad" de abrir la página web y darle al teclado, bien sea para escribir algún punto de vista propio, bien sea para copiar y publicar artículos ajenos que ya tienen su lugar en sus webs de referencia. Y no, no quiero eso; no me parece una actitud cabal ni responsable. Además, me parece estar siendo deshonesto con lo que siempre he mantenido sobre el particular en conversaciones con familiares, amigos e incluso con alumnos.

Siendo consecuente con todo ello, me despido de los amables lectores que han ido expresando su opinión en este blog a lo largo de estos meses. No publicar no implica necesariamente que sí les lea de vez en cuando e incluso que aventure algún comentario si el tema me lo sugiere. Les reitero mi agradecimiento por su atención y aquí lo dejo de momento. Saludos cordiales.