sábado, 15 de febrero de 2020

La substancia de la Tradición.

Texto de San Ireneo de Lyon, Contra las herejías, I, 10; III, 94. San Ireneo fue discípulo de Policarpo y, a través de él, del apóstol Juan, vivió y escribió en el siglo II d.C.

"Extendida por toda la tierra hasta sus confines más remotos, la Iglesia recibió esta fe de los Apóstoles y de sus discípulos: hay un solo Dios, Padre, Omnipotente, Creador del cielo y de la tierra, del mar y de todo lo que se encuentra en ellos; y un único Jesucristo, Hijo de Dios, que se encarnó para nuestra salvación; y el Espíritu Santo que por medio de los profetas anunció el designio salvífico de Dios, su cumplimiento, la generación virginal, la pasión, resurrección de entre los muertos y la ascensión al cielo en la carne de nuestro amadísimo Señor Jesucristo, y su venida del cielo en la gloria del Padre para recapitular todas las cosas y resucitar a todos los miembros del género humano; para que, ante Jesucristo Señor nuestro —según es el beneplácito del Padre invisible—, toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en el infierno, y toda lengua le confiese como Dios, Salvador y Rey (cfr. Fil 2, 10 ss.). Él vendrá a dar cumplimiento al justo juicio de todos: mandará al fuego eterno a los espíritus inicuos y a los ángeles prevaricadores y apóstatas, y a los hombres impíos, injustos, inicuos y blasfemos; a los justos, en cambio, que observaron sus preceptos y perseveraron en su amor desde el principio o desde el momento de su conversión, les otorgará la vida eterna y la incorruptibilidad, y les rodeará de una luz que no conocerá ocaso.

Ésta es la doctrina y ésta es la fe que la Iglesia, diseminada por todo el mundo, custodia diligentemente formando una sola familia: la misma fe que cree con una sola alma y un solo corazón; la misma predicación y enseñanza que transmite como si tuviera una sola boca. Las lenguas son distintas según las regiones de la tierra, pero una e idéntica es la fuerza de la Tradición. La Iglesia en Alemania no profesa una fe ni tiene una tradición diferente, ni tampoco la de España, Francia, Egipto, Libia, Oriente o Palestina. De igual manera que el sol, criatura de Dios, es uno solo e idéntico para todo el mundo, así la luz de la verdadera predicación resplandece por doquier e ilumina a todos los hombres que desean llegar al conocimiento de la verdad.

Ni el más elocuente de los predicadores de la Iglesia enuncia más de lo dichonadie es superior al maestro—, ni el menos elocuente disminuye las enseñanzas tradicionales. La Tradición es única e idéntica, y nadie puede añadir ni quitarle cosa alguna. (...) Nosotros custodiamos fielmente esta doctrina recibida de la Iglesia, que como licor precioso contenido en un buen vaso, constantemente se rejuvenece por obra del Espíritu Santo, y hace también joven al vaso en que se encuentra. Esta doctrina es el don de Dios confiado a la Iglesia, es como el soplo de vida inspirado por Dios sobre el barro que había plasmado (cfr. Gn 2, 7), y contiene el don de Cristo, es decir, el Espíritu Santo, garantía de incorrupción, soporte de nuestra fe y escala para subir a Dios.

En la Iglesia, en efecto, Dios estableció apóstoles, profetas y doctores (1 Cor 12, 28) y realizó todos los demás efectos del Espíritu, de los que no participan aquéllos que no acuden a la Iglesia y que, en cambio, con su equivocada doctrina y su pésima conducta, se privan por sí solos de la vida. Donde está la Iglesia, allí se encuentra el Espíritu de Dios, y donde se encuentra el Espíritu de Dios, allí está la Iglesia y toda gracia; y el Espíritu es la Verdad. Por esto, quienes no lo poseen no se alimentan a los pechos de la madre para conservar la vida, y no reciben nada de la fuente purísima que mana del Cuerpo de Cristo (cfr. Ap 22, 1; Jn 7, 37; Jer 2, 13), y beben de la tierra el agua infecta del estiércol, y huyen de la Iglesia para no ser argüidos de su error, y rechazan el Espíritu para no ser instruidos. Habiéndose convertido en extraños de la verdad, quedan condenados a revolcarse en el error, agitados por sus propios vaivenes, cambiando de pensamiento según los tiempos, sin tener nunca una opinión estable, ya que prefieren disputar acerca de las palabras en lugar de convertirse en discípulos de la verdad. No están fundados en la única piedra, que es Cristo, sino sobre arena, compuesta de numerosas piedrecillas. Por esto se fabrican muchos dioses y siempre tienen la excusa de buscar, pobres ciegos, sin llegar nunca a encontrar lo que buscan. Y la razón es que blasfeman del Demiurgo, es decir, del verdadero Dios, el único que puede dar la gracia de encontrar, porque piensan haber encontrado otro Dios, otro Pléroma, una nueva economía. No resplandece para ellos la luz de Dios, pues le han injuriado y despreciado, considerándole de ínfima categoría, porque —en su amor y en su infinita bondad— se ha dado a conocer a los hombres. Él ha revelado, entendámoslo bien, no su grandeza o su naturaleza íntima —ninguno lo ha medido o tocado jamás—, sino haciéndonos comprender que Aquél que hizo y plasmó a los hombres inspirándoles el hálito de vida, que nos sustenta mediante la creación y todo lo consolida mediante la obra de su Verbo y lo unifica con su sabiduría (cfr. Ps 32, 6), es el único Dios verdadero."

NotaIreneo de Lyon, conocido como San Ireneo (en griego: Εἰρηναῖος) (Esmirna, Asia Menor, c. 130 - Lyon, c. 202), fue obispo de la ciudad de Lyon desde 189. Considerado como el más importante adversario del gnosticismo del siglo II. Su obra principal es Contra las herejías.

6 comentarios:

  1. ¡Fantástico, San Ireneo, querido Peregrino!!! Me ha encantado la lectura meditada de tu post. Muchas gracias por darnos a comer buena doctrina para el alma que ansía la Vida en Jesucristo. Esta Fe tan maravillosa, tan fecunda, tan humanizante, tan divina y total.

    La iglesia católica local de Alemania, en sus miembros eclesiásticos, hace muchos decenios que ha abandonado el cuidado por el cumplimiento de los Mandamientos y por lo tanto la frecuencia en la confesión, que es la lucha práctica contra el propio pecado.

    Así, sin la Fe y la gracia de Cristo no se puede avanzar, se retrocede a una visión light de la Fe, protestantizada, que desecha los requisitos ascéticos y la transforma en una teoría humana más. Infecunda sobrenaturalmente hablando, temporal y caduca.

    " Perseverad en Mi Amor hasta el fin "
    Un abrazo fraterno en el Corazón divino de Cristo

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    1. ¡Gracias, Neila! Como bien dices, el texto es muy luminoso y su lectura atenta aporta alimento sólido para el alma. Es del siglo II, pero parece escrito para una parte de la Iglesia de Cristo que ha olvidado a Cristo; lo ha olvidado para refundarla alrededor del propio ombligo. Para complacer y ser complacida, por los poderes de este mundo. Y ya sabemos quien es el príncipe de este mundo. La iglesia alemana se ha transformado en una gigantesta maquinaria de producir euros y, por cierto, bajo el grave pecado de simonía.
      Un abrazo fraterno en Cristo.

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  2. Està de actualidad por desgracia. Un beso

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    1. Así es, podría haberse escrito hoy perfectamente. Saludos cordiales.

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  3. Un texto de San Ireneo que nos lo deja muy claro y con el que estoy totalmente de acuerdo.Saludos

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    1. Es un texto luminoso como pocos, lo deja muy claro y no hay lugar para la interpretación personal, como debe ser cuando se trata de la sana Doctrina. Saludos cordiales.

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