domingo, 22 de marzo de 2020

Confinamientos, los de verdad.

El confinamiento en nuestras casas nos ofrece perspectivas para la reflexión que a menudo pasan desapercibidas a lo largo del trabajo de los días; del bregar en los campos de nuestros trabajos y de la vida cotidiana cuando esta transcurre con normalidad. Ahora permanecemos en nuestras casas y, quizá, miramos por las ventanas anhelando la "libertad" de poder hacer cosas tan sencillas como pueden serlo los paseos por el campo o por alguna zona agradable de nuestras ciudades.

Sin embargo, ¡cuán lejos estamos de la libertad sin Cristo! Sí, cuando se puedan volver a patear las calles o viajar por el ancho mundo, si no vivimos con Cristo en el centro de nuestro corazón y Su Luz es la guía de nuestros pasos, nuestras andadas estarán permanentemente confinadas en nuestras miserias, en nuestra naturaleza caída. En nuestro pecado. Podremos recorrer mil leguas por parajes de ensueño y no habremos salido del confinamiento que nos ata con gruesas cadenas a la muerte segunda, la verdadera muerte. Nosotros somos nuestra propia cárcel; somos nuestro propio y personal centro penitenciario que viaja con nosotros, doquiera que vayamos, si Nuestro Señor Jesucristo no mora en nuestra alma y es el norte de nuestros actos y de nuestros pensamientos. Con o sin pestes circulando por las calles, sin Cristo no hay libertad sino muerte y esclavitud.



(Efesios 5, 8-14) Hermanos:
Antes erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el Señor. Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. Buscad lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciándolas. Pues da vergüenza decir las cosas que ellos hacen a ocultas. Pero, al denunciarlas, la luz las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: "Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará".

8 comentarios:

  1. Coincido plenamente contigo Peregrino, este no es tiempo para salir por la puerta o la ventana sino por el tejado, hemos de pedir al Espíritu Santo nos eleve y haga volar como las águilas, libres y soberanas. Abrazos fraternos.

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    1. Muy bueno el símil del tejado, Kim. Sólo en Cristo está la libertad pues la libertad es ser aquello que somos, y somos hijos de Dios por el bautismo. Satanás nos muestra el juego de espejos del mundo y sus fosforescentes, nos quiere esclavos y muertos.
      Abrazos fraternos.

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    2. Muy Cierto.

      Abrazos fraternos

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    3. Abazos fraternos, Kim. ¡VIVA CRISTO REY DEL UNIVERSO!

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  2. Buena reflexión. Un beso

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  3. Es una gran verdad que sólo en Cristo y con Cristo seremos auténticamente libres. Saludos de ánimo

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    1. Muchas gracias, Charo. La cuestión es muy sencilla porque sólo hay dos alternativas (aquí no valen los grises): Con Cristo, la Vida y la libertad. Sin Cristo, la Muerte y la esclavitud. Saludos cordiales y muchos ánimos.

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