Salmo 22, 8- 19
8. Todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza: 9. «Se confió a Yahveh, ¡pues que Él le libre, que le salve, puesto que le ama!» 10. Sí, Tú del vientre me sacaste, me diste confianza a los pechos de mi madre; 11. a Ti fui entregado cuando salí del seno, desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios. 12. ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! 13. Novillos innumerables me rodean, acósanme los toros de Basán; 14. ávidos abren contra mí sus fauces; leones que desgarran y rugen. 15. Como el agua me derramo, todos mis huesos se dislocan, mi corazón se vuelve como cera, se me derrite entre mis entrañas. 16. Está seco mi paladar como una teja y mi lengua pegada a mi garganta; tú me sumes en el polvo de la muerte. 17. Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies. 18. Puedo contar todos mis huesos; me observan y me miran, 19. repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.
8. Todos los que me ven de mí se mofan, tuercen los labios, menean la cabeza: 9. «Se confió a Yahveh, ¡pues que Él le libre, que le salve, puesto que le ama!» 10. Sí, Tú del vientre me sacaste, me diste confianza a los pechos de mi madre; 11. a Ti fui entregado cuando salí del seno, desde el vientre de mi madre eres tú mi Dios. 12. ¡No andes lejos de mí, que la angustia está cerca, no hay para mí socorro! 13. Novillos innumerables me rodean, acósanme los toros de Basán; 14. ávidos abren contra mí sus fauces; leones que desgarran y rugen. 15. Como el agua me derramo, todos mis huesos se dislocan, mi corazón se vuelve como cera, se me derrite entre mis entrañas. 16. Está seco mi paladar como una teja y mi lengua pegada a mi garganta; tú me sumes en el polvo de la muerte. 17. Perros innumerables me rodean, una banda de malvados me acorrala como para prender mis manos y mis pies. 18. Puedo contar todos mis huesos; me observan y me miran, 19. repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica.
Bonito recirdatorio. Un beso
ResponderEliminarTen en cuenta que los salmos se compusieron, aproximadamente, en el año 1000 antes de Jesucristo. Por lo tanto, más que recordatorio es una profecía. Si lees la Biblia (desde el principio), te asombrarás de la historia de salvación. Saludos cordiales.
EliminarSe cumplen la promesas, Dios cumple...¿y nosotros? ¡Bendito el que viene y permanece siempre fiel! Abrazos fraternos.
ResponderEliminarTodo estaba escrito (y está escrito). Dios preparó la salvación haciéndose hombre desde el mismo instante de la caída. ¿Nosotros? Nosotros, incluso orando y siguiendo a Cristo con todo nuestro corazón, nos parecemos demasiadas veces a Pedro en el episodio del gallo. Ni el más santo hubiera propiciado la apertura de la puerta del Cielo. Abrazos fraternos.
EliminarBendito sea por siempre.Saludos
ResponderEliminarBendito sea el Señor,
Eliminarbendito Su Santo nombre.
Bendito sea Su Hijo y Redentor del mundo,
bendito por siempre el Espíritu Santo,
bendita sea Su Santísima Madre y Madre nuestra.
Saludos cordiales.
Preciosísimas imagen, Peregrino. Hermosa. Y en cuanto al salmo profético, probablemente surgido de un alma mística, muy unida a Dios, nos sumerge anticipadamente en el terrible martirio de nuestro gran Señor y Redentor. Se hace silencio ante Su Dolor.
ResponderEliminarUn silencio que quiere acompañarLe hasta el final. Hasta Su Resurrección.
Abrazos fraternos
Gracias, Neila (me encantan los vitrales). Sí, la Palabra de Dios está repleta de profecías y prefiguraciones que anuncian, más de 1000 años antes, bastantes más, la Encarnación del Verbo, del Cordero de Dios. Uno no puede sino guardar silencio ante la grandeza del plan de Dios, la vuelta a casa del Padre de sus hijos descarriados. La Resurrección.
EliminarAbrazos fraternos.
Acompañemos a Jesús, estos días santos, consolando le de tanta
ResponderEliminartraición, tanta negación, tanto sufrimiento y dolor.
¡Bendito eres Tu mi Señor mi Dios!!.
Saludos fraternos.!!
Amén, Marián. Tanto dolor y tanto sufrimiento para devolvernos al camino del Cielo. Él mismo. Necesitamos despojarnos de tanta costra que por nuestro esfuerzo nada podemos hacer al respecto. Sólo Él y la intercesión de Nuestra Señora pueden acunarnos hasta la puerta, hasta esa herida en su costado que manaba agua y sangre.
EliminarAbrazos fraternos.