¿Cómo leer la Palabra de Dios?

Personalmente aconsejo hacerlo desde el principio y encomendando la lectura al Espíritu Santo para que nos abra el entendimiento y la Palabra encuentre tierra fértil en nosotros y no una piedra. Es decir, comenzar encomendando nuestra lectura a Dios y comenzar con el Fiat creador narrado en el Génesis, terminando con el fin de los tiempos narrado en el Apocalipsis. Al hacerlo de este modo no sólo se despliegan ante el lector los motivos de la caída original; de las raíces profundas del pecado y su consecuencia, la muerte, sino también se revela la progresiva Historia de Salvación que vertebra y explica las andanzas y los hechos del pueblo de Dios, de sus victorias y sus derrotas, de sus excelencias y sus miserias.

Avanzar desde el principio hasta el final revela ante los ojos y el alma del lector el sinuoso camino que purifica a los hijos de Jacob (Israel) hasta consumar la entrada de Dios en el tiempo y en el espacio, en la materia; en el Cuerpo de Su Hijo como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. También el nacimiento de la Mujer sin mácula original que albergará en Su Santísimo vientre la potencia creadora de Dios-Espíritu Santo para concebir a Dios-Hijo, Nuestro Señor Jesucristo; de la Virgen María como Arca de la Nueva y definitiva Alianza entre lo mortal y lo eterno, entre Dios y los hombres. Nos hará entender que María, con su Fiat definitivo, entrega su cuerpo para que Dios se haga hombre y, de ese modo, se convierte de pleno derecho en Corredentora de la humanidad. El lector que viene desde el Génesis con los ojos abiertos, la mente despierta y el alma clara, alcanzará esa inevitable y maravillosa conclusión con suma naturalidad y sin artificio alguno.

Cuando uno se dispone a Leer la Palabra de Dios por primera vez, hacerlo dando brincos entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, o peor todavía, obviando el A.T y quedándose sólo con el N.T, equivale, y es mi opinión, a no enterarse absolutamente de nada.

En el principio creó Dios los cielos y la tierra, que el principio de tu peregrinaje a lo largo y ancho de la Palabra de Dios sea ese, amable lector, y sean las palabras finales del libro del Apocalipsis la culminación de tu viaje: Dice el que da testimonio de todo esto: «Sí, vengo pronto.» ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús! Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. ¡Amén!" 


Postdata: Aquí un enlace (compartido amablemente por Kim) que muestra un listado de Biblias junto con la crítica referida a la calidad de la traducción y al espíritu de la misma. Recomiendo encarecidamente su lectura.