martes, 5 de mayo de 2020

Quien tenga oídos, oiga.

Es un texto de la web Adelante la Fe.

Una de las oraciones más difundidas entre el pueblo cristiano es el Padrenuestro, que Jesús nos dio a petición de sus discípulos (cfr. Mt. 6, 10): una oración simple y sintética, pero extraordinaria, muy apreciada por los creyentes, insertada en el canon de la Misa, proclamada después de la consagración del pan y del vino por parte del sacerdote celebrante.

Una oración completa, válida para los hombres de todo tiempo para pedir al Padre Celestial que provea lo necesario par la vida cotidiana, reconociéndole como único Benefactor de todos los que confían en Él. No es solo una solicitud de bienes materiales, porque se refiere especialmente a las relaciones de orden moral y espiritual con Dios y con el prójimo, capaces de elevar el espíritu a grandes alturas mediante la fe, la esperanza y la caridad. Una oración que cultiva y eleva nuestros vínculos familiares con Dios Padre. Hoy, con el declive de la fe en el corazón de los creyentes, el Dios Trinitario es a menudo ignorado o despreciado: el resultado es que el Padre Celestial, por medio del Espíritu Santo, habiendo enviado a la tierra a Su Hijo Jescristo para redimirnos del pecado, defraudado por nuestro comportamiento, podría abandonarnos a la deriva a causa de la gran apostasía. Pero Dios Padre tiene muchos medios para reconducirnos al camino de la salvación, siendo Omnipotente, rico de gracia y de misericordia: nos invita a esperar pacientemente el momento, que solo Él conoce, para intervenir con poder en la Historia humana.

Es con esta certeza, que deriva de la fe, con la que cultivamos la esperanza, confiados en que Dios intervendrá en el momento oportuno para salvarnos de la apostasía que conduce a la perdición cuando Nuestro Señor vendrá con su Reino de luz y de paz. A la espera de su intervención, con confianza y temor, el modo más racional de vivir es perseverar en la fe y en la oración, controlando la emotividad sin ceder al miedo frente a los acontecimientos, llamados a dar testimonio de la fe también con gestos de caridad evangélica.

Los creyentes de los últimos tiempos deben ser fuertes, perseverantes e incluso heroicos, para ser contados entre los elegidos (cfr. Mt 24, 22). Con su comportamiento, ejemplar en toda circunstancia, estos “escogidos y privilegiados” estarán llamados a dar testimonio de su fe hasta el martirio: ese tiempo se está acercando cada vez más velozmente.

Saber ver los signos de los tiempos

Una sensación particular que suscita inquietud es la sospecha de que algunas personalidades políticas, en colaboración con las religiosas – en dimensiones internacionales – estén preparando, envueltos en el secreto, muchas sorpresas a la humanidad. Muchas circunstancias nos hacen pensar que estamos cerca de la manifestación del anticristo, aunque nadie podrá decir nunca cuándo y dónde.
Aquellos que estén bien informados podrán decirnos quizá incluso que están ya presentes entre nosotros algunos precursores suyos.

No existe ninguna prueba, sino solo algunos indicios: la Biblia, por ejemplo, habla de apostasía, como preparación, pero también de un obstáculo misterioso que debe ser quitado de en medio para que pueda revelarse el impío, es decir, el anticristo; pero habla también del retorno de Nuestro Señor Jesucristo, que destruirá con el soplo de su boca al hombre inicuo y su reino breve y funesto (cfr. 2 Ts 3).
Para hacer más complicado el problema, sin embargo, está también la omertà [silencio cómplice, ndt] de la Jerarquía, que ha envuelto en el gran silencio la cuestión de los últimos tiempos. En esta misma línea podemos pensar que gran parte de la responsabilidad de la apostasía difusa que aflige al pueblo cristiano recae en estos personajes que no han dado ejemplos transparentes.

Cuando oramos por los sacerdotes y por la Iglesia, deberíamos pensar también en aquellos miembros del Cuerpo místico que han sido infieles a su mandato por seguir a sus falsos profetas. Estas conjeturas, indefinibles, no sufragadas por prueba alguna, están, sin embargo, escritas en diferentes profecías privadas y reconocidas por la Iglesia que, desde hace alrededor de dos siglos, circulan en el ambiente católico: La Salette, Rue du Bac, S. Juan Bosco, Fátima, Tre Fontane, etc. Está claro, de todos modos, que el Señor no os desvela ninguna fecha sobre nuestro futuro, porque esto hace parte de su gran diseño misericordioso: Él conoce nuestros deseos y nuestras fragilidades y lo que nos concede es suficiente para mantenernos en el camino de la salvación, si lo queremos.

La gran impostura

El silencio que envuelve a todos y se convierte en “omertà” acerca de la pérdida y el sufrimiento de los creyentes que todavía perseveran en la fe, hace reflexionar mucho y no parece de buen auspicio. Mucha gente grita escandalizada por lo que sucede en el mundo político, que ha tocado el fondo de la obscenidad y de la corrupción, pero también en el eclesiástico, especialmente por parte de algún prelado arrogante o presuntuoso teólogo que se permite declarar opiniones personales que rayan en la herejía, sin que, por parte de teólogos cualificados, se levante ninguno para corregirlo o llamarlo de nuevo al orden; en resumen, declaraciones inauditas, afirmadas y escritas por “ilustres” hombres de Iglesia. ¿Cómo es posible que hayamos caído tan bajo en el respeto de la Tradición bimilenaria de la Iglesia? ¡Los laicos, creyentes y practicantes, se sienten ofendidos, ultrajados y vilipendiados por estas provocaciones!

Menos mal que Jesucristo habló claro, pero ¡quizá hay alguno sin pudor que finge no comprender! Al final, si las autoridades oficiales de la Iglesia guardan silencio sobre estas herejías, para cubrir su complicidad, ¿dónde iremos a buscar la Verdad? En este punto, se puede pensar que hemos llegado ya a aquella situación que las profecías llaman la gran impostura. Si fuese así, no habría ya dudas sobre nuestra posición doctrinal: si la Jerarquía católica acepta estos errores, sin ninguna crítica, es evidente que estamos en la impostura. En efecto, estos hombres de Iglesia responsables, son conscientes de acoger a “teólogos” aberrantes y heréticos, y por tanto indignos de cubrir importantes cargos eclesiásticos.

Esta es la situación gravísima en la que se encuentra la Iglesia hoy, “ocupada” por enemigos que han usurpado sus altos cargos, dando órdenes perentorias de callar y de continuar por el camino de la apostasía, sin ninguna rémora.
Pero, ¿cuánto podrá durar dicha situación sin rebelión por parte de aquellos que, en cambio, no están dispuestos a participar en este juego, impuesto por una clase dirigente y autoritaria? Hoy, lo constatamos con facilidad, la Iglesia está dividida en dos facciones y el foso que la divide es profundo: quien está con la Tradición secular y quien está alineado con la renovación neo-modernista.
A este paso, la división de los católicos en el futuro podría ser todavía más neta, hasta provocar un cisma, favorecido por los apóstatas: el modo clásico de siempre utilizado por los enemigos para destruir la Iglesia. ¿Acaso son estos frutos del Concilio Vaticano II los que han provocado tantas dificultades, obstáculos y sufrimientos a la Iglesia?

La situación parece hoy haberse vuelto crítica a causa de los “innovadores” que tienen un gran influjo, tanto en política como dentro de la Jerarquía, porque obedecen a los mismos jefes ocultos: se está perfilando una “conjura” cada vez más globalizada, de impronta mundialista, dominada no solo por los habituales exponentes públicos, sino por un grupo de poder internacional, preparado desde hace tiempo, es decir, por un Gobierno Único Mundial dependiente del anticristo.
Los adeptos del anticristo dominan hoy por todas partes sin dificultad, especialmente porque Jesucristo y la Santísima Virgen han sido marginados o eliminados de los programas oficiales por parte de las sectas anticristianas, que han monopolizado el mundo político, cultural y económico. La Iglesia católica es perseguida especialmente en las naciones post-cristianas, mientras que el Islam está en expansión por todas partes: ¿cómo explicar esto?

“Maranathá, ven Señor Jesús”

El escritor Antonio Socci, en su reciente libro “La profezia finale”, Ed. Rizzoli (2016), refiriéndose a la situación actual de la Iglesia y a la apostasía del pueblo cristiano, escribe: “nos encontramos en una pérdida terrible de la conciencia cristiana”. Palabras que hacen meditar sobre la responsabilidad y sobre la posibilidad de salir de ella. Mientras tanto, es muy extraño que algunos laicos adviertan la condición de grave sufrimiento de la Iglesia y la denuncien claramente, mientras que la Jerarquía, el clero y los “empleados en estos trabajos”, aparte de alguna excepción, ni siquiera se dan cuenta, juzgándola quizá como una “crisis transitoria”.

En cambio, nos encontramos en un sufrimiento profundo y lacerante, que nos remite al Evangelio, allí donde se habla de la gran tribulación (cfr. Mt 24, 21); quizá nos encontramos en los primeros momentos de la tribulación que golpeará duramente a los católicos, comenzando por los verdaderos: un sufrimiento preparado cuidadosamente no solo por los enemigos externos, sino también por insospechables enemigos ocultos que ocupan altos cargos en el seno de la Iglesia. En los últimos decenios, en la Jerarquía ha habido cambios importantes que han conducido a una lenta e inexorable “corrosión” de la Doctrina, semejante a una nube tóxica.

La gran tribulación ha comenzado ya en muchas naciones de Medio Oriente, África, Asia, etc., en las que los cristianos padecen persecuciones sangrientas por parte de los musulmanes, de los hindúes, pero no solo… Esperamos solo que se extienda contra los católicos europeos, animada por los regímenes ateos y relativistas, simpatizantes del Corán; como es declarado por el programa del Islam, que nadie pone en duda: quien tiene todavía un mínimo de sentido común lo ve, lo siente y lo teme… ¿Y si el input fuera dado por personalidades de la Iglesia muy a la vista, enemigos inesperados, desconocidos, secretamente afiliados al enemigo oculto? Parece imposible, pero habremos de estar dispuestos a afrontar incluso lo absurdo, ¡porque lo absurdo hace parte del anticristo!

Cuando conozcamos la Verdad – un día será desvelada – podremos ver claramente las maniobras realizadas por el Maligno para propinarnos a ciertos personajes: los falsarios no sentirán gran pena y vergüenza.

Nos encontramos hoy frente al mayor combate que la humanidad haya visto jamás. No creo que la comunidad cristiana lo haya comprendido totalmente. Estamos ante la lucha final entre la Iglesia y la Anti-Iglesia, entre el Evangelio y el Anti-Evangelio.

El pueblo cristiano, reducido a un pequeño resto, tendrá que darse cuenta de la atmósfera tóxica que lo ahoga, que parece conducirlo lentamente a la muerte: siendo, sin embargo, un problema sobrenatural relativo a la entera humanidad, debemos tener confianza en que todo se resolverá de la manera querida por Jesucristo, Rey del universo, porque intervendrá con su Segunda Venida – prevista por las profecías bíblicas (cfr. Lc 18, 8) y por otras revelaciones privadas referidas por místicos y videntes – para salvar una vez más a la humanidad prisionera de los adeptos de satanás.

El mundo necesita una gran renovación, no en el sentido vacío de hombres ambiciosos y soberbios que han engañado a la humanidad con medios fraudulentos: filosofías, doctrinas, sistemas, ideologías, creencias, fábulas y mitos, sino según el proyecto de Dios, como nos enseña y propone la Fe cristiana y la oración del Padrenuestro: “Hágase Tu voluntad en la tierra como en el Cielo”.

En el campo cultural hoy es imposible esperar volver a un pensamiento filosófico de significado cristiano, vistos los errores y las teorías acogidas por los grandes pensadores antiguos y modernos, la mayoría paganos, ateos y anticristianos, aclamados siempre por los enemigos de la Iglesia: ningún filósofo cristiano podría hoy prevalecer por encima del Pensamiento único, materialista, relativista y nihilista que domina a nivel universal.

Ninguna fuerza humana podrá modificar el actual pensamiento ateo materialista, orientado hacia un nuevo paganismo, es decir, al abismo negro, absurdo y vacío; satánico, que ultraja la Majestad de Dios, Trinitario y Omnipotente así como a Su Hija y Madre, la Santísima Virgen María. Nos dice nuestra amada y bienaventurada Madre del Cielo que, si no hay conversión sincera, la copa de la Ira del Padre rebosa, ¡ya rebosa!, y sólo una intervención directa de Jesucristo podrá revocar de golpe la situación de apostasía generalizada y salvar a la humanidad de la perdición eterna.


Post Data: (de la web aciprensa)

La sociedad moderna está formulando un "credo anticristiano" y castigando a quienes lo resisten con la "excomunión social", dijo Benedicto XVI en una nueva biografía, publicada en Alemania este 4 de mayo.

En una amplia entrevista al final del libro de 1.184 páginas, escrito por el autor alemán Peter Seewald, el Papa Emérito dijo que "la mayor amenaza que enfrenta la Iglesia es una dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas". Benedicto XVI, quien renunció al pontificado en 2013, hizo el comentario en respuesta a una pregunta sobre lo que había querido decir en su toma de posesión en 2005, cuando instó a los católicos a rezar por él "para que no pueda huir por miedo a los lobos".
"La verdadera amenaza para la Iglesia y, por lo tanto, para el ministerio de San Pedro no consiste en estas cosas, sino en la dictadura mundial de ideologías aparentemente humanistas, y contradecirlas constituye una exclusión del consenso social básico. Hace cien añostodos hubieran pensado que era absurdo hablar de matrimonio homosexual. Hoy, el que se opone es socialmente excomulgado. Lo mismo se aplica al aborto y la producción de seres humanos en el laboratorio. La sociedad moderna está en el proceso de formular un ‘credo anticristiano’, y resistirlo se castiga con la excomunión social. El miedo a este poder espiritual del Anticristo es, por lo tanto, demasiado natural, y realmente se necesitan las oraciones de toda una diócesis y de la Iglesia universal para resistirlo”.
El autor, Peter Seewald, ha realizado cuatro extensos libros-entrevista con Benedicto XVI. El primero, "La Sal de la tierra", se publicó en 1997 cuando el futuro pontífice era prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Fue seguido por "Dios y el mundo" en 2002 y "Luz del mundo" en 2010. En 2016, Seewald publicó "El último testamento", en el que Benedicto XVI reflexionó sobre su decisión de renunciar como Papa.

8 comentarios:

  1. Me he quedado preocupada con esta lectura. Confiemos en la infinita misericordia del Padre para que la Iglesia de Cristo salga triunfante.Saludos

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    1. Está escrito, no es plato de buen gusto, es verdad, pero la Iglesia (que somos los cristianos católicos) afrontará, de alguna forma, la Pasión de Cristo. Nos toca perseverar en la oración y aspirar a la santidad; nos toca encomendarnos a María Santísima para que ruegue por nosotros y nos lleve de la mano hacia la puerta del Cielo. Mientras tanto, Fe, paciencia, oración y humildad, que no es otra cosa que confiar plenamente en la Voluntad del Padre y hacer de nuestra vida Su Voluntad. Saludos cordiales.

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  2. Son dos textos claros para los que no les suena raro nombres como el de Pecorelli con su lista, y las profecías de muchos santos y Papas hablando de los infiltrados, todo saldrá a la luz, los vientos arrecian y lo más importante es no escandalizarse por la subida al Calvario de la única y verdadera Iglesia y el aparente triunfo de Iscariote y sus secuaces. Esa es la clave para que cuando vengan los tres días de obscuridad sepamos lo que hay que hacer y no nos pille fuera de juego, "En ese Día, el que esté en la azotea y tenga sus cosas en la casa, no baje a buscarlas. Igualmente, el que esté en el campo, no vuelva atrás. Acuérdense de la mujer de Lot. El que trate de salvar su vida, la perderá; y el que la pierda, la conservará. Les aseguro que en esa noche, de dos hombres que estén comiendo juntos, uno será llevado y el otro dejado; de dos mujeres que estén moliendo juntas, una será llevada y la otra dejada» San Lucas 17 y en San Mateo 24 "Él les respondió: «Tengan cuidado de que no los engañen, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: “Yo soy el Mesías”, y engañarán a mucha gente. Ustedes oirán hablar de guerras y de rumores de guerras; no se alarmen: todo esto debe suceder, pero todavía no será el fin. En efecto, se levantará nación contra nación y reino contra reino. En muchas partes habrá hambre y terremotos. Todo esto no será más que el comienzo de los dolores del parto.
    Ustedes serán entregados a la tribulación y a la muerte, y serán odiados por todas las naciones a causa de mi Nombre. Entonces muchos sucumbirán; se traicionarán y se odiarán los unos a los otros. Aparecerá una multitud de falsos profetas, que engañarán a mucha gente. Al aumentar la maldad se enfriará el amor de muchos, pero el que persevere hasta el fin, se salvará. Esta Buena Noticia del Reino será proclamada en el mundo entero como testimonio delante de todos los pueblos, y entonces llegará el fin.
    Cuando vean en el Lugar santo la Abominación de la desolación, de la que habló el profeta Daniel –el que lea esto, entiéndalo bien– los que estén en Judea, que se refugien en las montañas; el que esté en la azotea de su casa, no baje a buscar sus cosas; y el que esté en el campo, que no vuelva a buscar su manto. ¡Ay de las mujeres que estén embarazadas o tengan niños de pecho en aquellos días! Rueguen para que no tengan que huir en invierno o en día sábado. Porque habrá entonces una gran tribulación, como no la hubo desde el comienzo del mundo hasta ahora, ni la habrá jamás. Y si no fuera abreviado ese tiempo, nadie se salvaría; pero será abreviado, a causa de los elegidos.
    Si alguien les dice entonces: “El Mesías está aquí o está allí”, no lo crean. Porque aparecerán falsos mesías y falsos profetas que harán milagros y prodigios asombrosos, capaces de engañar, si fuera posible, a los mismos elegidos. Por eso los prevengo.


    Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna dejará de brillar, las estrellas caerán del cielo y los astros se conmoverán. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre. Todas las razas de la tierra se golpearán el pecho y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo, lleno de poder y de gloria. Y él enviará a sus ángeles para que, al sonido de la trompeta, congreguen a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo al otro del horizonte."

    La verdadera amenaza para la Iglesia es la falta de fe de sus ministros. El ataque a la familia no es evitado porque los pastores no creen realmente en la presencia de Jesús Eucaristía. Se han entibiado y no creen. El pueblo está en la apostasía por los sermones y escritos de los falsos pastores. La confusión y la tiniebla es mucha y espesa, hay que ser más niños y entrar en el Arca. Expropiar la propia voluntad en toda ocasión y saber esperar. Abrazos fraternos.

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    1. No puedo quitar ni añadir una sola coma a tu escrito, Kim. Si acaso, añado los numerales del catecismo que ya conoces:

      674 La venida del Mesías glorioso, en un momento determinado de la historia (cf. Rm 11, 31), se vincula al reconocimiento del Mesías por "todo Israel" (Rm 11, 26; Mt 23, 39) del que "una parte está endurecida" (Rm 11, 25) en "la incredulidad" (Rm 11, 20) respecto a Jesús. (al tanto con este numeral, pues dentro del judaísmo, hoy, se están produciendo movimientos en ese sentido)

      675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc 18, 8; Mt 24, 12). La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc 21, 12; Jn 15, 19-20) desvelará el "misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf. 2 Ts 2, 4-12; 1Ts 5, 2-3;2 Jn 7; 1 Jn 2, 18.22).

      676 Esta impostura del Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso" (cf. Pío XI, carta enc. Divini Redemptoris, condenando "los errores presentados bajo un falso sentido místico" "de esta especie de falseada redención de los más humildes"; GS 20-21).

      677 La Iglesia sólo entrará en la gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en su muerte y su Resurrección (cf. Ap 19, 1-9). El Reino no se realizará, por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. Ap 13, 8) en forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último desencadenamiento del mal (cf. Ap 20, 7-10) que hará descender desde el cielo a su Esposa (cf. Ap 21, 2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión del mal tomará la forma de Juicio final (cf. Ap 20, 12) después de la última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2 P 3, 12-13).

      Abrazos fraternos.

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  3. Muy escarecedor. Un beso

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    1. Así es. Si lees el comentario de 김, está la guinda del artículo. Es un comentario imprescindible. Saludos cordiales.

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  4. Os he leído a los dos y resulta impresionante. Con frecuencia pienso que no nos damos cuenta de la gravedad de la situación espiritual de occidente, y en realidad del mundo entero, porque el ataque a toda costumbre humana conveniente ha sido y es global.
    Al haber vivido bastantes decenios de evolución rápida hacia la descristianización más completa, primero fuera, y ahora dentro, de forma bien visible, se diría que una maquinaria imparable lo ha puesto en marcha. O que conforme las buenas costumbres provenientes de la fe cristiana, se han ido perdiendo, al mismo tiempo, rápidamente, se nos ha metido en un ambiente hedonista,existencialista, desesperante y sin sentido.
    Y es que sin Jesús, nada bueno podemos.
    Una amiga mia me decía: o rezas ó pecas. No hay otra.

    Gracias por tu análisis tan extenso y esclarecedor.

    Abrazos fraternos

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    1. Así es. Tenemos ojos y también uso de la razón, que cuando es usado rectamente es una actividad querida por Dios. Digo esto porque no pocas veces he recibido el consejo de algún sacerdote para que guarde mis interrogantes acerca de la gran apostasía en el cajón; para que no cuestione las decisiones o los porqués de la jerarquía sopena de caer en juicios temerarios. Incluso la insinuación por parte del sacerdote de que plantear estas cosas implica falta de humildad por mi parte. Es claro que cuando tales consejos vienen de un sacerdote lo inmediato es plantearte si acaso no irás errado y si no lo estarás haciendo rematadamente mal; si lo mejor no será acallar todas estas cosas, profetizadas por otra parte, y confiar ciegamente en lo que el sacerdote, obispo, cardenal y Papa, dicen. Pero no, es todo demasiado claro y evidente, tanto que está incluso en el catecismo y en varias encíclicas anteriores al CVII.

      Y sí, o rezas o pecas, no hay otra. Y aún rezando peca el santo 7 veces al día (dicen). Confesión y penitencia. El mundo decae con celeridad creciente.
      Abrazos fraternos.

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