sábado, 15 de agosto de 2020

La Asunción de la Santísima Virgen María al Cielo.

Texto original: clicar aquí.

Constitución apostólica Munificentissimus Deus, del papa Pío XII (1950)

«Los santos Padres y grandes doctores, en las homilías y disertaciones dirigidas al pueblo en la fiesta de la Asunción de la Madre de Dios, hablan de este hecho como de algo ya conocido y aceptado por los fieles y lo explican con toda precisión, procurando, sobre todo, hacerles comprender que lo que se conmemora en esta festividad es no sólo el hecho de que el cuerpo sin vida de la Virgen María no estuvo sujeto a la corrupción, sino también su triunfo sobre la muerte y su glorificación en el cielo, a imitación de su Hijo único Jesucristo. Y, así, San Juan Damasceno (675-749), el más ilustre transmisor de esta tradición, comparando la asunción de la santa Madre de Dios con sus demás dotes y privilegios, afirma con elocuencia vehemente:
«Convenía que aquella que en el parto había conservado intacta su virginidad conservara su cuerpo también después de la muerte libre de la corruptibilidad. Convenía que aquella que había llevado al Creador como un niño en su seno tuviera después su mansión en el cielo. Convenía que la esposa que el Padre había desposado habitara en el tálamo celestial. Convenía que aquella que había visto a su Hijo en la cruz y cuya alma había sido atravesada por la espada del dolor, del que se había visto libre en el momento del parto, lo contemplara sentado a la derecha del Padre. Convenía que la Madre de Dios poseyera lo mismo que su Hijo y que fuera venerada por toda criatura corno Madre y esclava de Dios».
Según el punto de vista de San Germán de Constantinopla (636-732), el cuerpo de la Virgen María, la Madre de Dios, se mantuvo incorrupto y fue llevado al cielo, porque así lo pedía no sólo el hecho de su maternidad divina, sino también la peculiar santidad de su cuerpo virginal:
«Tú, según está escrito, te muestras con belleza; y tu cuerpo virginal es todo él santo, todo él casto, todo él morada de Dios. Todo lo cual hace que esté exento de disolverse y convertirse en polvo, y que, sin perder su condición humana, sea transformado en cuerpo celestial incorruptible, lleno de vida y sobremanera glorioso, incólume y partícipe de la vida perfecta».
Otro antiquísimo escritor afirma:
«La gloriosísima Madre de Cristo, nuestro Dios y salvador, dador de la vida y de la inmortalidad, por él es vivificada, con un cuerpo semejante al suyo en la incorruptibilidad, ya que él la hizo salir del sepulcro y la elevó hacia sí mismo, del modo que el solo conoce».
Todos estos argumentos y consideraciones de los santos Padres se apoyan, como en su último fundamento, en la sagrada Escritura; ella, en efecto, nos hace ver a la santa Madre de Dios unida estrechamente a su Hijo divino y solidaria siempre de su destino. Y, sobre todo, hay que tener en cuenta que, ya desde el siglo segundo, los santos Padres presentan a la Virgen María como la nueva Eva asociada al nuevo Adán, íntimamente unida a él, aunque de modo subordinado, en la lucha contra el enemigo infernal, lucha que, como se anuncia en el protoevangelio, había de desembocar en una victoria absoluta sobre el pecado y la muerte, dos realidades inseparables en los escritos del Apóstol de los gentiles. Por lo cual, así como la gloriosa resurrección de Cristo fue la parte esencial y el último trofeo de esta victoria, así también la participación que tuvo la santísima Virgen en esta lucha de su Hijo había de concluir con la glorificación de su cuerpo virginal, ya que, como dice el mismo Apóstol: «Cuando esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra escrita: “La muerte ha sido absorbida en la victoria”» (1Cor 15,54-55).

Por todo ello, la augusta Madre de Dios, unida a Jesucristo de modo arcano, desde toda la eternidad, por un mismo y único decreto de predestinación, inmaculada en su concepción, virgen integérrima en su divina maternidad, asociada generosamente a la obra del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sus consecuencias, alcanzó finalmente, como suprema coronación de todos sus privilegios, el ser preservada inmune de la corrupción del sepulcro y, a imitación de su Hijo, vencida la muerte, ser llevada en cuerpo y alma a la gloria celestial, para resplandecer allí como reina a la derecha de su Hijo, el rey inmortal de los siglos».


Oración

Dios todopoderoso y eterno, que has elevado en cuerpo y alma a los cielos a la Inmaculada Virgen María, Madre de tu Hijo, concédenos, te rogamos, que, aspirando siempre a las realidades divinas, lleguemos a participar con ella de su misma gloria en el cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

12 comentarios:

  1. Amén.

    Peregrino, pasaron casi dos mil años para promulgar este gran dogma mariano, tan clara y bellamente narrado y promulgado por (San) Pio XII. Abrazos fraternos.

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    1. Así son las cosas dentro de nuestra Santa Madre Iglesia, Kim. A veces grandes verdades vividas como tales desde nuestros primeros padres en la Fe toman su tiempo antes que el Espíritu Santo ilumine a un sucesor de Pedro, Vicario de Cristo, para que sea dogma de Fe para todos los católicos.
      He estado unos días en Garabandal con mi familia.

      Y falta el quinto dogma...
      Abrazos fraternos.

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    2. Y este...ya dijo que él, no.

      ¿Qué te pareció Garabandal? La Virgen te llamó a ir y al chico,y a todos claro, qué bello.

      Abrazos fraternos.

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    3. Sí, fue un llamado de Nuestra Santísima Madre del Cielo, no tengo ninguna duda sobre ello porque de ningún modo ha sido planeado con antelación. Las circunstancias felizmente dieron con el peregrinaje de mi casa, un servidor, esposa e hijos, junto con unas familias amigas y hermanas de la parroquia. Pero ya te digo, de un día para otro :)

      ¿Qué me pareció? Bueno, que no me quería ir de allí, de ninguna manera me quería ir y ya estamos mi esposa y yo viendo la fecha para un próximo peregrinaje a San Sebastián de Garabandal :)
      Abrazos fraternos.

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  2. En noviembre hará 70 años que Pio XII proclamó Dogma de Fe la Asunción de la Virgen.Me uno a la oración que tanta falta me hace en estos momentos.Saludos

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    1. Pasa el tiempo volando, Charo. Aprovechemos nuestro tiempo para perseverar en la oración y en afianzar las virtudes, que luego ya no habrá tiempo porque al otro lado del velo no hay "tiempo", o al menos no el tiempo que conocemos en esa parte. Saludos cordiales :)

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  3. Me ha encantado y deleitado lo escrito por San Juan Damasceno y me asombra el año en el cual lo hizo, bueno, lo antiguo de la época, siglo 7/8...
    Estas cosas, entre otras muchas, son las que me anclan infaliblemente a la única Iglesia verdadera, la universal y católica. Porque tiene la Verdad. Porque tiene al Espíritu Santo. Porque, como en este caso, ya desde el principio, en sus apóstoles y sucesores primeros cantan las glorias de María, una vez afianzados en el culto perfecto al Dios y hombre verdadero, Jesucristo.
    ¡Es tan hermosa nuestra Fe!!!!
    Bienvenido, hermano Peregrino. Dios te bendiga

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    1. ¡Hermosa es nuestra Fe, cierto!
      Y la única verdadera porque tiene como sujeto de la misma al Hijo de Dios, muerto y resucitado por la salvación eterna de todos aquellos que en Él creen y por lo tanto son llamados con justicia hijos de Dios.

      Por cierto, aviso a navegantes sobre la próxima Encíclica "fraterna" que está a punto de llovernos encima...

      ¡Gracias! Abrazos fraternos y bendiciones también para ti y familia.

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  4. sí, ya lo ví en otro medio...
    No pienso leérmela, a no ser que el daño sea más grande de lo previsto
    Oremus ad invicem

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    1. Yo digo lo mismo, espero cumplir y no caer en la tentación de fisgar en la presunta masonada que se nos viene encima (y ojalá me equivoque)
      Oremus!

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