BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
(Domingo 25 de marzo de 2007)
El 25 de marzo se celebra la solemnidad de la Anunciación de la Bienaventurada Virgen María. De todas formas, quisiera reflexionar ahora sobre este estupendo misterio de la fe, que contemplamos todos los días en el rezo del Ángelus. La Anunciación, narrada al inicio del evangelio de san Lucas, es un acontecimiento humilde, oculto —nadie lo vio, nadie lo conoció, salvo María—, pero al mismo tiempo decisivo para la historia de la humanidad. Cuando la Virgen dijo su "sí" al anuncio del ángel, Jesús fue concebido y con Él comenzó la nueva era de la historia, que se sellaría después en la Pascua de Resurrección como "nueva y eterna alianza".
En realidad, el "sí" de María es el reflejo perfecto del de Cristo mismo cuando entró en el mundo, como escribe la carta a los Hebreos interpretando el Salmo 39: "He aquí que vengo —pues de mí está escrito en el rollo del libro— a hacer, oh Dios, tu voluntad" (Hb 10, 7). La obediencia del Hijo se refleja en la obediencia de la Madre, y así, gracias al encuentro de estos dos "sí", Dios pudo asumir un rostro de hombre. Por eso la Anunciación es también una fiesta cristológica, porque celebra un misterio central de Cristo: Su Encarnación.
En este tiempo cuaresmal contemplamos con mayor frecuencia a la Virgen, que en el Calvario sella el "sí" pronunciado en Nazaret. Unida a Jesús, el Testigo del amor del Padre, María vivió el martirio del alma. Invoquemos con confianza su intercesión, para que la Iglesia, fiel a su misión, dé al mundo entero testimonio valiente del amor de Dios.
El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Y el Verbo de Dios se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oración:
Infunde Señor tu gracia en nuestros corazones para los que, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, seamos llevados, por Su pasión y cruz, a la gloria de Su resurrección.
Por Jesucristo, Nuestro Señor,
que Contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios. Amén.
Totus tuus ego sum, oh Maria, et omnia mea tua sunt.
ResponderEliminarGracias, hermano, por seguir predicando al Señor y a nuestra amada Madre del Cielo.
Ellos te bendigan en abundancia.
Abrazos fraternos
¡Totus tuus ego sum, María!
EliminarSi nosotros callamos, hablarán las piedras. Dios y Su Santísima Madre y Madre nuestra te bendigan también, hermana.
Abrazos fraternos.